jueves, 30 de julio de 2015

Por unas sabrosas lechugas

   
 Esa tarde había llovido como nunca. El camino se veía completamente anegado.
    Col y sus papás disfrutaban de un día en familia cuando les sorprendió la tormenta. 
    Todo lo rápido que pudieron se refugiaron en la grieta de un tronco que se encontraba cerca de donde estaban. Aunque pudieron haberse quedado dentro de sus casitas, papá prefirió el tronco por miedo a que cayera granizo y sufrieran algún daño.
    A Col le gustaba mucho la lluvia, deslizarse por el barro, el olor a tierra mojada y, sobre todo, lo ricas que sabían las lechugas con el agua escurriéndose por las hojas.
    Estaba ansioso por salir, recorrer el camino que va al huerto de Damián, donde crecían las mejores lechugas que jamás había probado. Prometió a mamá que regresaría antes del atardecer pero, oscurecía y Col no se daba cuenta, había comido tanta lechuga que cayó rendido, quedándose dormido.
    Cuando despertó ya era de noche y, pensando en lo asustada que estaría su mamá, emprendió el camino de regreso a casa.
    Salió del huerto de Damián pero la noche estaba muy oscura y no sabía qué dirección tomar. Echó un vistazo y no muy lejos vio una luz. Decidió llegar hasta allí.

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    Col: −Hola, me llamo Col, soy un caracol. Intento llegar a casa junto a mis papás, llené mi tripa de lechuga cuanto pude y me quedé dormido. ¿Puedes ayudarme?
    Lucy: −Hola, soy Lucy, una luciérnaga despistada. Estaría encantada de ayudarte.
    Col siguió a Lucy, pero………
    Col: −¡¡¡¡¡Un momento Lucy!!!!!!! Ya es la tercera vez que pasamos por esta roca, ¡¡¡¡¡¡¡¡estamos recorriendo la misma distancia todo el tiempo!!!!!!!
    Lucy había olvidado que buscaban la casa de Col y hacía rato que seguía el vuelo torpe de un escarabajo.
    Col: −A partir de ahora yo seré quien vaya primero.
    Escar el escarabajo se unió a la pareja, le gustaban los finales felices y esperaba que Col tuviera el suyo.
    De pronto oyeron ulular un búho, Col se paró, reconocía ese sonido. Todas las noches papá y mamá lo mandaban a la cama cuando lo oían, era su reloj.
    Col: −¡¡¡Chicos!!! ¡¡¡¡Ya estamos cerca!!!!!!
    Escar: −¡¡Estupendo!!
    A unos pocos metros de casa, Col estaba excitado. Creía que mamá estaría muy enfadada, le reñiría y nunca más le dejaría salir en los días de lluvia.
    Comenzó a llorar tanto, que las lágrimas le impedían ver el camino y, de repente
    Col: -¡¡AAAAAAAAAAAAAHHHHHHH!!
    Col cayó a un hoyo que había en la orilla del camino.
    Lucy bajó corriendo, alumbrando para ver si se había hecho daño. Estaba bien pero desanimado.
    Col: −Subir ahora por todo este barro me llevará horas y mamá enfurecerá todavía más.
    Palote que andaba camuflado sobre la rama de un árbol oyó a Col y decidió ayudarle, contribuyendo así en la búsqueda de su casa.
    Palote: −No os preocupéis chicos, yo con mi delgado y estirado cuerpo haré de puente entre lo profundo del hoyo y el firme de la tierra.
    Escar: −¡¡¡¡Bravoo!!!!
    Lucy: −¡¡¡¡Bravoo!!!!
    Col: −¡¡Rápido!! Date prisa. ¡¡ Lucy alumbra!!
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    Palote se colocó tal como había dicho y en un instante Col estaba junto a todos en la superficie.
    Col: −Muchas gracias Palote. ¿Quieres venir con nosotros?
    Palote: −Será un placer.
    Todos continuaron por el camino.
    Lucy ya estaba cansada y casi no podía alumbrarles.
    Col: −¡¡Vamos chicos!! Ya estamos cerca.
    Y entonces…. Lo vio, un enorme romero, ¡¡¡su casa!!!!
    Adoraba su casa, lo feliz que era junto a sus padres y lo bien que olía siempre.
    Cuando llegaron mamá dio un gran y baboso beso a Col y a sus amigos les preparó un banquete para chuparse las patas.

    Todos felices comieron y contaron lo que sucedió en el camino.   





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