viernes, 5 de agosto de 2016

La curiosidad de Pink

Visiblemente agitada, Pink, la cerdita, apenas podía contener la emoción que sentía.
Aquella tarde sería la primera vez que iría al campo. Pisar la hierba, su suave cosquilleo, oler sus flores, esos otros seres vivos que visten a la naturaleza de luz y color, correr y jugar junto al resto de sus hermanos y sus papás.
Su mamá, Margarita, le había contado lo maravilloso que era notar el aire limpio y fresco y, la suerte que ellos tenían de poder hacerlo.
-Tristemente, hija, no todos tenemos esa libertad, le dijo.
Le advirtió, además, de no cruzar el camino que atravesaba las tierras.

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Como cada tarde, Pedro, un humilde pastor, dueño de una discreta piara, abrió la puerta de su hacienda, permitiendo a sus cerdos el paseo y disfrute de estar en el exterior, comiendo de los frutos encontrados.
Pink, nerviosa, fue la primera en salir de la granja. Consiguió estar a la cabeza abriéndose paso entre pisadas y empujones.
Andaba y corría de un lugar para el otro, al resto del grupo le costaba seguirla.
Todo le parecía espectacular. Era más bonito de lo que había imaginado. Pero, en su imaginación, también descubría la curiosidad por saber  qué era aquello que su madre no quería que viese al otro lado del camino. Así que sin pensárselo fue hacia allí, ignorando los gritos de sus hermanos y la reprimenda de sus padres que, a lo lejos veían cómo avanzaba.
De pronto dejó de escucharlos y unos desesperados chillidos llamaron su atención. Alguien más había en ese extenso campo y parecía estar en apuros.
A cada paso que daba se sumaban nuevas voces.
-¡¿Qué estaba pasando?!
Llegó a una zona poblada de largos y estrechos árboles pero, no pudo contemplar nada, tan sólo una nave enorme, y lo que parecían llamadas de auxilio provenían de ahí.

Justo cuando estaba a una pezuña de averiguar lo que en ese sitio ocurría, su papá le estiró de la cola y la llevó de vuelta con el resto de su familia.
-¡Has desobedecido las palabras de tu madre! ¡Y has puesto en peligro tu vida! le dijo enfadado su padre.
-Lo siento papá. No pensé que pudiera sucederme nada, contestó la cerdita.
-A veces la curiosidad puede acarrearnos serias consecuencias, pues ignorar el sentido, el funcionamiento e, incluso, el por qué de las cosas junto a la necesidad de buscar respuestas nos vuelve vulnerables en un entorno que desconocemos, fisgones en asuntos ajenos e imprudentes ante posibles riesgos. Añadió más calmado su papá.

Al llegar a la granja su mamá estaba disgustada y sus compañeros y hermanos preocupados, Pink no entendía cuál era el motivo de sus estados pero, sí comprendió las palabras de su padre, aunque de algunas de ellas no sabía lo qué significaban.

Un abrazo y una disculpa fueron suficientes para cambiar los ánimos de todos y arrepentida, Pink esperó la llegada de un nuevo día para disfrutar de lo que ya conocía.

                    ¡¡¡Colorín Colorado, Una Advertencia Siempre Ha De Ir A Nuestro Lado!!!