jueves, 21 de julio de 2016

Más de una jugada

Junto a sus amigotes comentaba el placer que resultaba de una situación como la suya. Se reía y vanagloriaba de ser gran amante y todo un Adonis.
-Todas se rinden ante mis encantos, les decía con sorna mientras sacudía el polvo de sus hombros.
Y parecía ser así, Ana sentía tal admiración por su novio que, era impensable que pudiera engañarla. Siempre atento y educado, detallista y bueno en la cama.
Por su parte Lucía quedó prendada de sus tan expresivos ojos verdes, su sonrisa y su falta de compromiso y madurez, lo que vulgarmente llamaríamos de otra forma: un cabrón.
El doble juego estaba saliendo bien. El amor por un lado, la diversión por otro y su orgullo enaltecido.
Pero, ¿pueden verse las cartas cuando uno cree tener la mejor jugada?
Ana y Lucía se conocieron una de las noches que él la pasaba con los amigos. Ninguna mencionó su relación, ni esperaron sentir cierta complicidad, ni el rubor al contacto de la piel, ni tan si quiera el deseo de repetir.

Mientras ellas compartían la experiencia de una nueva pasión, él barajaba unos naipes trucados.
http://blogs.eltiempo.com/un-blog-para-colorear-en-3d/2016/03/04/lo-que-no-sabias-acerca-de-los-triangulos-amorosos/