jueves, 10 de septiembre de 2015

La vendimia

http://lasombra.blogs.com/la_sombra_del_asno/2009/10/
Hoy, por fin, después de tanto esperar me voy a estrenar.
Ya tengo la edad y la capacidad de manejar esas tijeras que, todos los primeros de septiembre, mi padre limpia y pone a punto para que, año tras año, unas manos conocidas, otras familiares, incluso algunas novatas sean el motor que las haga funcionar.
Son muchas las que tiene en el cajón pues, como los coches también se estropean. Unas son más pesadas, otras van de maravilla, tanto que apenas se nota el corte, están las que sólo con mirarlas sabes que son las tuyas y las que te tocan porque  ya han cogido las mejores. Tijerillas viejas que pierden el gusanillo, nuevas que se guardan en la guantera del coche, listas para ocupar el lugar de las que se retiran. Yo he marcado las mías, en uno de sus lados le he pegado un poco de cinta adhesiva de color rojo, así sabrán cuales son.

En el recreo les he contado a todos que me voy a vendimiar. Mi papá vendrá a descargar la uva que hayan recogido durante la mañana, comerá rápidamente en casa de los abuelos y ya estaré preparado para irme con él.
Estoy emocionado, no sé si me subiré en la cabina del tractor o en el asiento del remolque. Raúl, mi compañero de mesa en el colegio, me ha dicho que los baches son más divertidos en el remolque.

Suerte que ha dejado de llover, pues se ha pasado todo el fin de semana lloviendo con intensidad. Nubes que llegaban con las ganas de descargar el agua que no había caído en el verano. En casa se respiraba cierto nerviosismo por el miedo a que un nulo estropease la cosecha y el trabajo de todo un año.
Ha salido el sol pero existe la probabilidad de tormenta. Por si así fuera, la abuela me ha echado un impermeable. -Te lo meto en la cesta, me ha dicho.
Nos ha arreglado una cesta con la merienda, unas ricas magdalenas recién hechas, zumos y una coca-cola de 2 litros, con sus correspondientes vasos de plástico.

Cuando llegamos al campo, la cuadrilla ya está en el tajo. José, el hijo de nuestra vecina, un joven de veinte años que pretende sacarse un dinero antes de irse a estudiar, viene en busca de mi padre y le ayuda a vaciar los cuévanos que se han llenado mientras estaba en la cooperativa.
Yo bajo del tractor y voy donde está mamá, una cepa casi tan poblada de uva como de hojas. Su compañera me saluda, es Ana una amiga de toda la vida. Al resto también los conozco: María y Laura, son hermanas, la mayor va en la pandilla de mi primo Luis. Julián y Carmen, una pareja que viene ya un par de años en la campaña.
Como es mi primera vez mi madre se pone conmigo y Ana se va con José, que ya se pone en el hilo. Somos nueve, por eso mi padre irá de non, vendimia las cepas que dan al carril, justo al lado del remolque.
Me enseña cual es la manera de sujetar el racimo con una mano a la vez que con la otra corto el pezote. Las rebuscas me hacen gracia, parecen bolas de adorno como en el árbol de Navidad, -Se cogen mejor y más deprisa si estiras de ellas con la mano, me dice.
No le gusta que cargue el cuévano con mucho peso y llama a papá para que la ayude a echarlo a la pala.


Estoy muy afanado en mi trabajo, quiero ser tan rápido como mi compañera.
Sin darme ni cuenta se ha hecho la hora de merendar. Voy a por la cesta de la abuela y nos sentamos a la sombra del tractor. El calor no nos molesta gracias a que corre el aire y suaviza la temperatura.
Julián saca una bota de vino, hace un agujero en su magdalena y le echa un chorreón, se la pasa a Carmen que hace lo mismo. Nos gusta la idea, así que todos nos comemos nuestra magdalena mojada en vino, costumbre que me contaron viene de años atrás.
Retomamos la faena, noto una ligera molestia en mi espalda que se pasa una vez que me caliento,       -esta noche voy a dormir como un bebé, pienso.
María propone un juego, una especie de adivinanzas con pistas sobre personajes famosos. Mamá y yo somos buenos, hemos acertado bastantes, papá casi no se entera porque está más alejado y cuando participa lo hace a destiempo, lo que nos provoca grandes arrebatos de risa.
-¡Chicos apaguen sus máquinas y guarden sus armas!, se oye gritar a mi padre.
 Es hora de irnos, dejamos los cuévanos sin uva, los escondemos entre las cepas mientras él pone la lona al remolque y desengancha el tractor.
Como esa noche no hay descarga me voy en el coche, quiero ir con mamá a llevar a la gente a sus casas. El ambiente que hay en esta época y a estas horas me encanta. El olor a mosto impregna todo el pueblo y las luces de los pilotos de los tractores iluminan sus calles, llenando la explanada de la cooperativa de colores naranjas y amarillos.

Ha estado genial, los abuelos nos esperan en casa, quieren saber qué tal se me ha dado. Les cuento lo bien que lo hemos pasado y justo llega papá.
-¡Ya estamos todos! dice el abuelo que ha comprado bollos de mosto y está deseoso de  comerlos. Están riquísimos con su azúcar tostada por arriba y ese color rojizo.
La abuela viene desde la cocina con un humeante chocolate con leche, sólo de verlo ya se me hace la boca agua.
No se me ocurre mejor punto y a parte para una jornada de vendimia.

http://www.e-itaca.es/764-chocolate-solidario

5 comentarios:

  1. Que bien lo explicas...me identificó con esos días de vendimia cuando eran los primeros y estabas deseando irte en el remolque o en el tractor cn tu padre o abuelo,las tijeras q siempre habían algunas q eran malislimas...una historia q m a hecho viajar años atrás...
    Pd: conforme pasan los años la vendimia se hace menos divertida jajaja
    Gran historia!!!!

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  2. Que bien lo explicas...me identificó con esos días de vendimia cuando eran los primeros y estabas deseando irte en el remolque o en el tractor cn tu padre o abuelo,las tijeras q siempre habían algunas q eran malislimas...una historia q m a hecho viajar años atrás...
    Pd: conforme pasan los años la vendimia se hace menos divertida jajaja
    Gran historia!!!!

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  3. Me encanta con la ilusión que desarrollas el relato, te aseguro que contagia
    Besos

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  4. que chuli¡¡¡¡¡ que años aquellos, que nostalgia.

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  5. eres una crack!!! me encanta volver a ser niña leyendo tus entradas bst

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