martes, 6 de septiembre de 2016

El sueño de Bom

"Dicen las sabias lenguas que todo aquel que desea cambiar, termina por ver sus anhelos hechos realidad."

Desde el confort de su capullo, Bom recuerda, con cierta emoción, las veces que su mamá Mandi, una hermosa oruga, le repetía en su primer ciclo de vida que lo mejor estaba por llegar.
No le explicó por qué y, ahora entiende que quién no sueña alto, jamás volará alto.

http://listas.20minutos.es/lista/el-increible-mundo-de-las-mariposas-300035/

No es que le guste estar encerrado pero sabe que su cautiverio es el paso previo para conseguir lo que, tanto él como su mejor amigo Bix, siempre habían querido.
Bom y Bix, dos inseparables gusanitos eran felices con su arrastrada vida terrestre pero, fantaseaban cada día con poder mirar al mundo desde arriba.
Adoraban el canto de los pájaros. Seres superiores los consideraban, capaces de vislumbrar bellos parajes, de sentir el viento entre sus plumas y escapar del peligro sólo con batir sus alas.
Jugaban a ser pequeños jilgueros que desde las ramas de los árboles se lanzaban, incapaces de percibir la libertad al volar.

Una tarde de tormenta, cobijados bajo una enorme piedra, Bix perdió toda esperanza. Se lamentó por ser un minúsculo ser vivo, se quejó de no servir para nada, de vivir aterrado por miedo a ser aplastado, sepultado o, incluso, arrastrado por corrientes como la que se estaba formando en ese instante.
Bom que interiorizó su pena, trató de disipar sus malos pensamientos y su tristeza. Le dibujó un mundo dónde los sueños eran posibles, y como si de una película se tratase le narró secuencia a secuencia una vida de color. Una vida donde su objetivo enfocaba hacia a bajo, donde no tener que levantar la cabeza y vigilar.
Bix comenzó a encontrarse más animado, pese a ser muy consciente de que eso nunca podría pasar.

Decidieron pasar ahí la noche, refugiados, pues la lluvia no amainó. Pero a la mañana siguiente cuando Bom despertó, Bix había desaparecido.
Siguió su rastro por el angosto barro, cosa que no era difícil los días en que el agua hacía su presencia.
Le resultó extraño puesto que tomaba direcciones por las que no habían pasado antes.
-Ha debido de caminar durante toda la noche, pensó. Porque su marca no parecía acabar en ningún lado.
Pasó horas explorando cada rincón sin resultado alguno.
El cansancio y la falta de movilidad, consecuencia ésta última que no comprendía, vencieron sus ganas de averiguar dónde se había metido.

Desde su cálida y acogedora crisálida piensa en su amigo Bix y asoma a su cara una pequeña sonrisa. Pronto volverá a buscarle pues, sabe que como a él también le llegó su momento, el momento que tanto habían imaginado. Un juego hecho realidad.
Sólo espera que en su huida no dejara de creer. Porque creer es poder y el poder más fuerte es creer en uno mismo y en sus capacidades.


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