Relato modificado y enviado al III Concurso de la agenda compacta fm, historias de Navidad.
Radio Villalba.
Nos
mudamos.
La abuela
se resiste a abandonar su casa, el hogar que junto a su marido fue colmado de
amor, respeto y compañerismo. Se niega a cerrar la puerta y abocar al vacío las
paredes de una historia que todavía no ha terminado. Dice que lo ocurrido no es
más que un punto y aparte. Sabe que sigue estando con ella y que en un futuro
no lejano continuarán el libro de sus vidas.
Mamá es
muy testaruda y, aunque la abuela ha
tratado de convencerla para que no lo hagamos, no quiere dejarla sola, tampoco
quiere quitarle su independencia y autonomía por eso papá ha alquilado un
adosado perfecto al final de su barrio.
http://www.ppdemugardos.com/2013/02/que-pasa-con-la-vivienda-comunitaria.html |
El cambio
me gusta, voy a conocer nuevos amigos, sin renunciar a los que ya tengo porque
podré verlos en vacaciones, podré visitar a la abuela siempre que quiera y a su
perezosa gata Miércoles. Le sugerí que le cambiase el nombre pero, fue el día
que se la regalo el abuelo y no hay opción. Sólo con mirarla le recuerda la
felicidad de ese momento.
Lo que no
me gusta es tener que guardar todas mis cosas en cajas, ayudar con las de mi
hermana y tirar lo que es inútil o inservible.
¡No sabía
que en mis cajones existía otro mundo!
Mamá ha
tenido que arreglárselas con mi armario. Mientras ella clasificaba lo que me
valdría para este año de lo que no, yo buscaba y rebuscaba por los bolsillos de
chaquetas, cazadoras y pantalones tratando de encontrar alguna moneda olvidada.
Cuando mis dedos han topado con un sobre creí que era un billete de cincuenta
euros. Al sacarlo mamá me lo ha quitado de las manos y acariciándolo con las suyas
me ha pedido que, por favor, lo abriera y le leyese lo que ponía.
Era mi
carta, mi última carta a los Reyes Magos.
Queridos Melchor, Gaspar y Baltasar:
De nuevo otro año me dirijo a vosotros con la intención de
haceros llegar mis deseos pues, he comprobado que con la magia y el gran
trabajo que hacéis durante toda una noche cumplís los sueños e ilusiones de
muchos niños y que, incluso con los que no se han portado bien sois generosos y
que ese, tan temido carbón, sólo es un dulce castigo. Una vez me lo trajisteis
porque fui un poco rebelde y hacía rabiar a mi hermana pequeña y mamá andaba el
día entero detrás mío. Ahora es ella la que hace trastadas pero no le dejéis
carbón, yo me río mucho y mis papás, en el fondo, también.
Me he pasado varias semanas pensando si escribiros, papá me
ha dicho que esto es cosa de niños y que yo empiezo a ser un hombre, además he
oído en el cole que los Reyes no existen. No he querido creérmelo porque ¿cómo
si no habéis podido saber todos estos años lo que quería?
Cuando llegué a casa se lo pregunté a mamá y su explicación
me convenció pues, es cierto que si tenéis que ir a las casas de todos los
niños del mundo en tan poco tiempo necesitéis la ayuda de los padres, porque
ellos también son los reyes de cada casa.
Finalmente me he decidido y voy a mandaros la carta porque
estas Navidades lo que quiero es más importante que todos los juegos y juguetes
y más valioso que el incienso, el oro y la mirra de vuestra ofrenda al niño
Jesús. Este año No quiero bicis, ni motos o camiones, No quiero nada que pueda
comprarse.
Todavía conservo en sus cajas algunos de los regalos del
año pasado. No es que no me gusten, ya que yo los pedí, sino que no he podido
disfrutarlos con mi compañero de juegos preferido, el hombre que se vuelve niño
cuando está conmigo, el que me alegra y me consiente, el hombre que me quiere
por encima de todas las cosas, Mi Abuelo.
En febrero de 2013 enfermó y desde entonces está muy
flojito, la abuela muy cansada y mis papás tristes.
Echo de menos sus canciones tan pegadizas y sus cuentos con
final feliz, echo de menos la complicidad que juntos teníamos con la abuela,
echo de menos las tardes en el parque y los fines de semana en su casa. Pero,
sobre todo, echo de menos la felicidad que inundaba pasillos y habitaciones y
que ahora se ha tornado en miedo e incertidumbre. Miedo a que una simple
llamada perturbe nuestras vidas y nos robe su presencia. Miedo al dolor de unas
lágrimas que nada harán por él y que ni si quiera servirán de consuelo.
Sé que no vais a fallarme y que sabéis lo bueno que he sido
y prometo desmentir en clase el rumor de que no sois reales si me traéis un
único presente, la razón por la que os escribo:
Quiero que llevéis a mi abuelito la salud que
necesita, la vitalidad que siempre ha tenido y las fuerzas del niño que lleva
dentro.
No os molestéis en dejarme otra cosa, porque nada me haría
más feliz.
PD: podéis dejarle un libro nuevo de cuentos, el mío lo
olvidé en el hospital.
Buen viaje Majestades.
Raúl.
No sé que
hacía ahí metida en mi vieja chaqueta de los domingos pero sí sé que las cosas
suceden por algo y ese instante nos lo trajo él.
Mi abuelo
estaba entre el desorden y las cajas, observándonos, orgulloso de su familia y
tranquilo por su mujer.
http://lacartaysuspartes.blogspot.com.es/2014_12_01_archive.html |
Muy bonito se me pone la piel de gallina!!!
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