miércoles, 10 de febrero de 2016

Carta a los reyes

Relato modificado y enviado al III Concurso de la agenda compacta fm, historias de Navidad.
Radio Villalba.

Nos mudamos.
La abuela se resiste a abandonar su casa, el hogar que junto a su marido fue colmado de amor, respeto y compañerismo. Se niega a cerrar la puerta y abocar al vacío las paredes de una historia que todavía no ha terminado. Dice que lo ocurrido no es más que un punto y aparte. Sabe que sigue estando con ella y que en un futuro no lejano continuarán el libro de sus vidas.
Mamá es muy testaruda  y, aunque la abuela ha tratado de convencerla para que no lo hagamos, no quiere dejarla sola, tampoco quiere quitarle su independencia y autonomía por eso papá ha alquilado un adosado perfecto al final de su barrio.

http://www.ppdemugardos.com/2013/02/que-pasa-con-la-vivienda-comunitaria.html


El cambio me gusta, voy a conocer nuevos amigos, sin renunciar a los que ya tengo porque podré verlos en vacaciones, podré visitar a la abuela siempre que quiera y a su perezosa gata Miércoles. Le sugerí que le cambiase el nombre pero, fue el día que se la regalo el abuelo y no hay opción. Sólo con mirarla le recuerda la felicidad de ese momento.
Lo que no me gusta es tener que guardar todas mis cosas en cajas, ayudar con las de mi hermana y tirar lo que es inútil o inservible.
¡No sabía que en mis cajones existía otro mundo!
Mamá ha tenido que arreglárselas con mi armario. Mientras ella clasificaba lo que me valdría para este año de lo que no, yo buscaba y rebuscaba por los bolsillos de chaquetas, cazadoras y pantalones tratando de encontrar alguna moneda olvidada. Cuando mis dedos han topado con un sobre creí que era un billete de cincuenta euros. Al sacarlo mamá me lo ha quitado de las manos y acariciándolo con las suyas me ha pedido que, por favor, lo abriera y le leyese lo que ponía.
Era mi carta, mi última carta a los Reyes Magos.
 
Queridos Melchor, Gaspar y Baltasar:

De nuevo otro año me dirijo a vosotros con la intención de haceros llegar mis deseos pues, he comprobado que con la magia y el gran trabajo que hacéis durante toda una noche cumplís los sueños e ilusiones de muchos niños y que, incluso con los que no se han portado bien sois generosos y que ese, tan temido carbón, sólo es un dulce castigo. Una vez me lo trajisteis porque fui un poco rebelde y hacía rabiar a mi hermana pequeña y mamá andaba el día entero detrás mío. Ahora es ella la que hace trastadas pero no le dejéis carbón, yo me río mucho y mis papás, en el fondo, también.

Me he pasado varias semanas pensando si escribiros, papá me ha dicho que esto es cosa de niños y que yo empiezo a ser un hombre, además he oído en el cole que los Reyes no existen. No he querido creérmelo porque ¿cómo si no habéis podido saber todos estos años lo que quería?
Cuando llegué a casa se lo pregunté a mamá y su explicación me convenció pues, es cierto que si tenéis que ir a las casas de todos los niños del mundo en tan poco tiempo necesitéis la ayuda de los padres, porque ellos también son los reyes de cada casa.

Finalmente me he decidido y voy a mandaros la carta porque estas Navidades lo que quiero es más importante que todos los juegos y juguetes y más valioso que el incienso, el oro y la mirra de vuestra ofrenda al niño Jesús. Este año No quiero bicis, ni motos o camiones, No quiero nada que pueda comprarse.
Todavía conservo en sus cajas algunos de los regalos del año pasado. No es que no me gusten, ya que yo los pedí, sino que no he podido disfrutarlos con mi compañero de juegos preferido, el hombre que se vuelve niño cuando está conmigo, el que me alegra y me consiente, el hombre que me quiere por encima de todas las cosas, Mi Abuelo.

En febrero de 2013 enfermó y desde entonces está muy flojito, la abuela muy cansada y mis papás tristes.
Echo de menos sus canciones tan pegadizas y sus cuentos con final feliz, echo de menos la complicidad que juntos teníamos con la abuela, echo de menos las tardes en el parque y los fines de semana en su casa. Pero, sobre todo, echo de menos la felicidad que inundaba pasillos y habitaciones y que ahora se ha tornado en miedo e incertidumbre. Miedo a que una simple llamada perturbe nuestras vidas y nos robe su presencia. Miedo al dolor de unas lágrimas que nada harán por él y que ni si quiera servirán de consuelo.

Sé que no vais a fallarme y que sabéis lo bueno que he sido y prometo desmentir en clase el rumor de que no sois reales si me traéis un único presente, la razón por la que os escribo:
Quiero que llevéis  a mi abuelito la salud que necesita, la vitalidad que siempre ha tenido y las fuerzas del niño que lleva dentro.
No os molestéis en dejarme otra cosa, porque nada me haría más feliz.

PD: podéis dejarle un libro nuevo de cuentos, el mío lo olvidé en el hospital.

Buen viaje Majestades.

Raúl.

No sé que hacía ahí metida en mi vieja chaqueta de los domingos pero sí sé que las cosas suceden por algo y ese instante nos lo trajo él.
Mi abuelo estaba entre el desorden y las cajas, observándonos, orgulloso de su familia y tranquilo por su mujer.


http://lacartaysuspartes.blogspot.com.es/2014_12_01_archive.html

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