lunes, 9 de noviembre de 2015

El dragón que no tenía habilidad

Trabajar por y para el ocio y el tiempo libre de los niños es tan gratificante como divertido, a la par de estimulante.
Este cuento es el resultado de la imaginación y creatividad del grupo de niños, con ayuda de una servidora, de una sesión del taller de cuenta-cuentos de la biblioteca municipal de Iniesta.
No dejéis de leer y estimular a los niños con esta herramienta tan valiosa. ¡¡¡Que no falten los cuentos!!!!

Había una vez un dragón que se llamaba Agustín. Era muy pequeño y simpático y vivía en una cueva con sus papás.
Un día se fue por el bosque en busca de amigos con los que compartir y jugar. Caminando se encontró a un oso grande y gordo, Agustín al verlo de ese tamaño exagerado le preguntó:
-¿Cómo eres tan grande?
El oso le dijo que comía muchos peces. Todos los que conseguía pescar en el río, que solían ser de una docena en adelante. -Es muy divertido, si quieres puedes venirte conmigo, añadió.
Agustín accedió encantado. La destreza de su nuevo amigo lo dejó alucinado.



Al día siguiente Agustín paseaba entre los altos y frondosos árboles cuando apareció una serpiente larga y flaca. Al verla de semejante forma le preguntó:
-¿Cómo estás tan delgada?
La serpiente orgullosa de su aspecto le contestó:
-Verás pequeño, soy así porque tengo la piel cubierta de escamas para poder deslizarme, pues me paso todo el día arrastrada por el suelo, soy buena trepadora y con mis saltos alcanzó gran altura. Hago mucho ejercicio.
-¡Guuuaaaauuuu! exclamó Agustín, ¿crees que podrás enseñarme?
Aprendió a saltar pero le era muy incómodo desplazarse a ras de la tierra.




En su tercer día de búsqueda, dragón anduvo demasiado sin ver a ningún animal, estaba muy cansado y decidió parar a descansar. Sin darse ni cuenta se quedó dormido y cuando despertó se asustó mucho porque unos enormes ojos verdes y brillantes lo miraban fijamente.
-No tengo que temer nada, pensó, ¡se parece un poco a mí! Es............. un cocodrilo.
-¡Hola cocodrilo! ¿dónde vas?
-Voy al río a refrescarme y a beber agua, le dijo.
Agustín ya tranquilo le acompañó, él también se sentía sediento. En el trayecto le preguntó:
-Oye cocodrilo ¿cómo eres tan fuerte?
A lo que el cocodrilo le espetó:
-Yo soy el rey del río y tengo que proteger a todos los seres que viven en él.




Dragón era feliz, había hecho un montón de amigos pero, algo en su interior le apenaba. Todos tenían cualidades espectaculares y él... Él no sabía cual era la suya.
En esas estaba cuando , de repente se le posó una mariquita que quería ser su amiga. A ella le agradaban los dragones.
-¡Hola! ¿Quieres ser mi amigo? le dijo.
Agustín antes de responder le preguntó:
-¿Por qué eres tan colorida?
Mariquita le contestó:
-Soy colorida porque me gusta alegrar la vista a todo aquel que me mira.
-Seré tu amigo, le dijo Agustín pero yo no soy bonito ni sé hacer nada y corriendo se fue hacia su cueva.




Se pasó toda la noche llorando y soñando, deseando ser capaz de algo. Tan frustrado y furioso se sentía que comenzó a respirar muy fuerte y seguido. De su nariz surgían pequeñas chispas que él no veía pues trataba de dormir. Como no se calmaba, las chispas fueron en aumento, distintas ráfagas y centellas de una luz abrasadora iluminaban su habitación. Por fin abrió los ojos y comprobó que él, el pequeño dragón, era el causante de semejante espectáculo de luz y calor.
Emocionado fue a avisar a sus padres. Ahora sí que era el dragón más dichoso del mundo, pues igual que sus amigos él también tenía una habilidad especial.

No hay comentarios:

Publicar un comentario