Vive como lo sientas, No sientas que vives!!
Dos ancianos
sentados en el solitario banco de madera del parque, no porque sea el único que
hay sino porque es el que conserva la huella del paso del tiempo, la misma que
ellos atesoran en su rostro. Cada tarde distraen su espera viendo cómo juegan e
inventan sus vidas los niños del barrio.
- Tú eras la mamá y yo el hijo que venía de trabajar
y me llamaba Luis-.
- Si me dejas tu pala te invito a mi cumple.
- ¡¿A que no me pillas?!
Una espera que no les depara nada. Tal vez una
llamada, no. Ya hablaron la semana pasada. Una espera al yermo, a aquello que
ya no tiene vida. Una espera a la añoranza de lo que fueron, la nostalgia de un
tiempo que se les escapaba felices, en compañía, ansiosos, borrachos,
exhaustos, colmados… Un tiempo que sólo era la palabra que contemplaba los
momentos de unos niños, de unos jóvenes y adultos.
Y ahora en la calma que les queda, en la
tranquilidad de sus días piensan en esos niños, piensan que sus pasos les
conducirán hacia el mismo lugar pero, no serán dos jubilados hastiados. Quieren
jugar, sentir, inventar, reír, llorar… Quieren vivir.
¿A caso existe una ley que prohíba sentirse vivo?
¿A caso unas arrugas encierran un espíritu?
¿A caso no se viven demasiados años bajo la
moralidad de quienes nos rodean?
¿A caso nos obligan a perder la esencia de lo que
fuimos?
Se dirigen al parque, como siempre. Están nerviosos,
no se han dicho nada en el camino, intuyen que algo en el otro es diferente, la
mirada, la sonrisa, la firmeza al andar…
Hoy sólo hay niños en el parque.
¡¿Jugamos?!
Me gusta el final de tu historia. Nunca es tarde para jugar. Que pases buen día.
ResponderEliminarMe gusta el final de tu historia. Nunca es tarde para jugar. Que pases buen día.
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