Me atrevo a enseñaros un cachito de lo que ya empieza a tener forma. Una historia que se está gestando cual embarazo feliz y dichoso.
Un prólogo escrito con mucho cariño. Con los mejores recuerdos de la infancia, se podría pensar.
El comienzo de algo nuevo. Nuevos pasos, nuevas metas.
El título como el resto de la narrativa sigue siendo un secreto. Un secreto que espero pronto sea compartido.
Espero que disfrutéis de la lectura.
PRÓLOGO
A
un mes de cerrar los libros y guardar junto con libretas y estuches esa pesada
losa, a la que llaman cartera, la señorita Amparo nos dijo que, como último
esfuerzo y de ayuda para subir la nota final, debíamos escribir nuestra
historia.
-¿Nuestra
historia?- pensamos todos pero fue Carlos, mi compañero de pupitre, lo que no
me extrañó, quien trasladó nuestras dudas a palabras,- ¿Cómo nuestra
historia?-.
En más de dos ocasiones la señorita me ha
pillado en otras cosas que no eran la lección que estábamos viendo porque
Carlos levanta su delgado y largo brazo para preguntar:-¡Señorita! entonces… ¿las
palabras compuestas se acentúan según la regla?, ¡Maestra! ¿Y si no existieran
los bordes de las placas tectónicas se saldría toda el agua del mar? Ahí es
cuando la señorita Amparo viene hacia nosotros, contestando a la cuestión pero
observando lo que esconden mis manos bajo la mesa y, entonces estira su brazo
en dirección a mí y con un sutil movimiento de índice y otro ligero de cabeza,
como asintiendo, ese que te está diciendo con la mirada, “no te hagas el tonto
que te he visto”, me quita lo que me tenía ausente. Alguna vez ha sido una nota
que me ha llegado no sé cómo, ni de quién, con la intención de hacerme saber
que hemos quedado esa tarde, pero que no llego a saber dónde porque me es
requisada, otras son cromos que me ha comprado mi abuela de camino al colegio,
cuando paramos en “El Rinconcito de Marina”, una tienda que hace las veces de
papelería, estanco y ultramarinos. Marina es la dueña y propietaria del local,
un bajo que según dice mi abuela tiene más años que las dos juntas. Una vez y,
sólo una vez no quería entregarle lo que disimulaba tener, me moría de la
vergüenza, el rubor subió desde la punta de los dedos de mis pies hasta el
final de cada punta de mi pelo, dejando la marca que te delata ante todos, me
puse rojo como un tomate bien maduro. Cuando abrió la bola de papel que había hecho
mientras caminaba hacia mí, y pudo ver entre arrugas lo que contenía, su cara
no fue de enfado ni descontento, tampoco seria ni disgustada, simplemente se
asomó una pequeña sonrisa a sus labios, arrugó de nuevo el papel y se lo guardó
en el bolsillo del pantalón.
En
todas las veces que me confiscó mis pequeños secretos, no tenía la menor duda
de que me serían devueltos y, así al terminar
las clases me hacía esperar hasta ser el último en salir y me decía: -la
próxima no te los daré. Excepto esa única vez, que no me dijo nada y lo único
que yo quería era que fuese mi confidente. Pues ahora os diré que era un
recorte de revista, que le cogí a mi primo, con la imagen de una mujer en ropa
interior.
Yo
creo que la señorita Amparo me quería, bueno sí, nos quería a todos pero sé que
conmigo era diferente.
-Sí
Carlos vuestra historia- dijo,-La historia de la que formáis parte, quién es
vuestra familia, el lugar que ocupáis, lo que más os gusta de ser quienes sois,
el momento que más disfrutáis, qué hacéis en vuestro tiempo libre, quién es
vuestro mejor amigo, podéis hablar de lo que no os gusta, lo que os da miedo y
os asusta, de el mejor o peor día de vuestra vida. Seguro que tenéis muchas
cosas que contar y seré yo, en exclusiva, vuestra fiel lectora. Además contaréis
con dos puntos de regalo que se sumarán a la nota del examen final.
Espero
conocer, hasta donde queráis enseñarme, quiénes han sido mis alumnos durante
estos seis años de educación que hemos compartido, (si nos conoce de sobra, nos
quejamos por evitar el trabajo) pero, sobre todo quiero saber quiénes son mis
amigos, (ahí sí que todos la miramos).- Sí, mis amigos-dijo, -porque para mí,
un amigo no lo determina la edad, el rango, las clases, sexos u otras particularidades,
para mí un amigo es alguien con quien se establece un vínculo afectivo, un
trato recíproco de amor y cariño, aquel con el que te enfadas y mosqueas pero
que nada cambia la relación, con el que te identificas. Y yo así os considero-
Aún
hoy, no sé si pretendía encontrar en alguno de nosotros a un excelente
narrador, a unos amigos para toda la vida o, simplemente regalarnos esos dos
puntos que tan bien nos venían a todos, bueno menos al empollón de la clase,
porque siempre hay uno.
Lo
que sí consiguió es que cada uno de nosotros hiciéramos de nuestra historia el
mejor de nuestros trabajos, que no por ser un buen trabajo implica ser una
buena historia o, sí…Puede que la palabra correcta sea bonita historia.
Así,
de lo que en primavera de 2004 fueron unas dos hojas de libreta cuadriculada,
para no torcerme ni cambiarme de renglón, ahora, unos cuantos años después,
encontradas en una caja, cuya única función es la de almacenar cosas viejas e
inservibles, además de mucho polvo, salen a la luz para traerme el recuerdo de
un Ángel que, sin querer darse cuenta del mundo que le rodeaba, creció con el
amor de los que tuvo a su alrededor.
Añadir
que, como prometió la señorita Amparo, obtuve mis dos puntos, -Aunque está un
poquito floja y sé que tienes algo más que contar pero, que no quieres
compartir- me dijo mirándome a los ojos. Pues bien, si algún día caen sobre tus
manos estas páginas espero las sientas con el peso justo (ni flojas ni fuertes),
de un niño que no sabía compartir, quizás porque todo le era demasiado efímero,
quizás por miedo a contar o, simplemente porque era un niño acostumbrado a
callar.
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